lunes, 11 de octubre de 2010

EL POSTZAPATERISMO

La encuesta de Metroscopia del domingo encendió todas las luces de alarma en el PSOE. Y el resultado de las primarias de Madrid incrementó la sensación de descontrol y debilidad del líder y de su equipo. El pánico se ha desatado.

Al aparato del PSOE y a La Moncloa no les gusta que se hable de poszapaterismo, pero no pueden evitar que se haya instalado el debate sobre si Zapatero debe volver a presentarse y sobre si estamos en el final de su ciclo y si la ventaja del PP ya es insalvable. El poszapaterismo está sobre la mesa porque no hay dirigente del PSOE o miembro del Gobierno que no tenga que responder a esas preguntas.

Una vez más la teoría de Lakoff para “prohibir” una palabra, pensando que así no se habla de ella.

Poszapaterismo = anatema.

Barreda ha dejado escapar su pánico al resultado de las autonómicas de mayo, mientras que otros candidatos lo sufren en silencio. O sólo lo comentan en privado. Quieren evitar repetir el desastre de 1995, cuando el PSOE perdió poder autonómico y municipal en vísperas de la victoria en generales del PP y la derrota anticipó el final del Gobierno socialista.

Es posible que, como sostienen otros socialistas molestos con Barreda, al presidente de Castilla-La Mancha se le nota mucho que está tan aterrorizado por perder que está preparando el terreno para echar la culpa a Zapatero si eso ocurre.

“Hay que seguir trabajando con el presidente Zapatero al frente”, ha tenido que decir la portavoz del Gobierno, confirmando implícitamente que el debate político es el del poszapaterismo. Y le tocará responder muchas veces a la pregunta sobre el futuro del presidente del Gobierno.

Aunque quede año y medio para las elecciones generales y aunque Zapatero se haya asegurado prácticamente terminar la legislatura con el acuerdo de Presupuestos con el PNV.

Él no quiere desvelar hasta después de las municipales y autonómicas si se presentará o no, pero para cumplir ese propósito tendrá que aguantar la presión de todos.

Zapatero está advertido del efecto desastroso que tuvo para Aznar anunciar al inicio de su segunda legislatura que no volvería a presentarse y, por eso, intenta apurar hasta el final. Pero no podrá evitar la inquietud y el debate sobre su candidatura.


Fernado Garea

El País del 08/10/2010


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