
¿Pero por qué les estorban los Crucifijos en las escuelas? ¿Por qué en que las Escuelas Públicas no pueden tener un Crucifijo en lo alto de la pared frontal?
Jesús de Nazaret predicó, con la más limpia de las enseñanzas, que repartiésemos el pan y la ropa, con los que tenían poco pan y poca ropa; que el que no tuviera caridad con los demás era como sino tuviera nada, aunque fuese rico y potentado; que fuésemos justos con los demás, si queríamos ser tratados justamente; que dejásemos a los niños ser niños, porque de su pureza e ingenuidad era el futuro; que debíamos ser piadosos y rezar, porque Dios era parte esencial del alma de los creyentes, pero que a la vez, teníamos que respetar, apoyar y cumplir las leyes y normas de los hombres que nos dirigen, porque también al César hay que darle lo que es del César….; que había que ser valientes, denunciando la hipocresía de los fariseos y el egoísmo de los ricos, aunque eso costase el desprecio y la condena; y hasta dijo, y enseñó con su ejemplo, que si era necesario renunciar a todo, incluso a la vida, por defender la verdad y el amor al prójimo, pues que había que hacerlo.
Y así lo hizo. Y ahí queda eso. Y ahí quedó su Evangelio. Y ahí queda ese Crucifijo, como símbolo permanente de esa enseñanza. ¿Eso es malo? Por otra parte, es la levadura y la quintaesencia de toda nuestra cultura, desarrollo y civilización occidental.
El Crucifijo es el símbolo excepcional de todos los valores excepcionales que deben ser el objetivo de nuestros educadores, de nuestros políticos, y de nuestra ideología de izquierdas y de derechas.
Y los que se definen como ateos o como laicos, ¿pues muy bien! El Crucifijo de las escuelas no impone ningún credo, no obliga a ninguna comunión, no exige que nos arrodillemos al pasar por delante de El, no nos acusa de que seamos pecadores…. Allá aquellos, por ejemplo, yo, que también creamos en todo eso.
Pero el Crucifijo de las escuelas es el Crucifijo del “amaos los unos a los otros”; del “bienaventurados los justos”, y los que son perseguidos por la justicia y la verdad; del “dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”; del que da agua al hombre enemigo o adversario, porque simplemente lo necesita; del que no condena a nadie sin juicio, por que “ el que esté libre de pecado , que se atreva a condenar”; del que denuncia a los hipócritas y a los cínicos que, además, representan a los ciudadanos.
Todo esto y más es lo que llamamos Justicia, amor, coherencia, respeto a las leyes y a las normas de los gobernantes, solidaridad, igualdad, separación de poderes, rebelión contra el abuso de políticos-fariseos y escribas-prepotentes….. Todo esto es el programa de nuestros actuales políticos, que se queda en programa, y que un Crucifijo, de cualquier escuela de nuestros pueblos, nos está simbolizando desde hace dos mil años….
Siempre pensé que estos son los valores democráticos, y deberá presidir nuestras escuelas y colegios. Todavía lo pienso más cuando la mayoría de padres pensaron y piensan lo mismo. Y sin embargo a otros les estorba el Crucifijo, como símbolo de ese mensaje; aunque reconozcan que “Dios nunca abandona a los buenos Marxistas”.
También la Catedral de Burgos, y la de León, y la de Toledo, y la de Oviedo, y las de Salamanca, y la Sagrada Familia de Barcelona….. son símbolos de ese mismo Crucifijo. ¿Las quemamos o las destruimos? ¿Y las vidrieras, y las obras de arte, las esculturas, y los pasos de semana Santa de Sevilla, y las cruces, y las torres de nuestras iglesias de nuestros pueblos….¿los quemamos o los destruimos también?
¡Qué manía con los Crucifijos!
Jesús Calvo
Psicólogo y Pedagogo